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 Reflejos de Historia y tradiciones
NíjarHuebro

J. Calatrava

Cuentan, que contaban en Huebro, que durante el entierro de un vecino, dirigiéndose la comitiva por el  camino que va desde la barriada hasta el cementerio, varios amigos que acompañaban al difunto en su ultimo viaje, vieron junto a la vereda, lo que aparentaba ser la boca de una vasija de barro enterrada en su totalidad. Continuaron andando, bromeando con la idea de que el interior  de la orza de barro contuviera el soñado tesoro de cualquier pobre.

 

Una vez terminado el entierro y ya con los últimos claros del día, cada uno de ellos volvió a su casa en la pequeña aldea. Al día siguiente los amigos volvieron al lugar donde la tarde antes habían visto la cerámica, a pocos metros del cementerio, descubrieron los tiestos de la orza que había sido desenterrada esa misma noche, junto a los restos esparcidos por el suelo, semienterrada en la tierra removida brillaba una pequeña moneda de oro que el nocturno excavador había perdido.

 

Siempre corrió el rumor en Huebro, que uno de los amigos, había regresado de madrugada para escarbar en el lugar que habían localizado la vasija. Lo cierto es que a uno de ellos, según cuentan, a partir de ese momento, le mejoró mucho la vida, compro casa, huerta y vivió desahogadamente el resto de sus días.

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