J. Calatrava |
Las leyendas que hablan de moros y encantamientos son bastante comunes en Sierra Alhamilla y Huebro, aunque en la actualidad estos relatos tienden a desaparecer engullidos por la modernidad, y sobre todo por un, cada vez más, elevado nivel cultural entre la población.
Estos personajes encantados, habitaban cuevas, subterráneos y riscos, protegiendo grandes tesoros escondidos a la espera de la vuelta de sus dueños, eran custodiados por personajes fantásticos e inmortales que se dejaban ver en contadas ocasiones y solo por aquellas personas que se hacían merecedoras de su plena confianza, según cuenta la tradición popular.
Los tesoros guardados, casi siempre, estaban compuestos de oro y piedras preciosas en forma de monedas, o en algunas ocasiones, fieros animales de oro macizo a los que se debía amansar para coger el botín. Son raras las fuentes y los aljibes que no contaban con su particular encantada, que aparecía a la media noche.
Todo el pueblo sabia siempre donde estaba el tesoro y lo que había de hacer para conseguirlo, sin embargo, y pese a las necesidades de la época, casi nadie se decidía a buscarlo, ya que según la creencia se volvería carbón si no lo descubría la persona elegida por el encantamiento, e incluso en ocasiones el intruso, podría quedar hechizado en el lugar.
Estas leyendas, tuvieron su gran importancia en la comarca de Níjar y fueron motivo de entretenimiento para los niños en las largas noches de invierno junto al fuego. Posiblemente desarrollaran en ellos la imaginación y la esperanza de poder salir de un entorno de pobreza. Sea una cosa u otra, formaban parte de nuestro pasado, y como tal nos gustaría seguir recordándolas.
¿Quién sabe?, quizás alguno de estos encantados sigue esperando a que pase la persona de su confianza para entregarle su tesoro y liberarse de su castigo.
Si conoces alguna de estas leyendas de Huebro o Níjar, puedes colaborar enviándolas al correo electrónico que figura abajo, nosotros las publicaremos con tu nombre en esta página. |
.La ganadería fue una gran fuente de ingresos para las gentes de Sierra Alhamilla, la escasez de comunicaciones hacia muy difícil la comercialización de la leche, un producto diario y perecedero que pocos transportaban a Níjar para venderlo. |