Cuadro de texto:   
Cuadro de texto:
 Reflejos de Historia y tradiciones
NíjarHuebro

J. Calatrava

Cuadro de texto: De las diferencias que hubo entre los capitanes sobre el partir de la cabalgada de Inox
“Rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada”. Luís de  Mármol Carvajal.

     	Tenía don García de Villarroel comisión del marqués de Mondéjar para todas las cosas tocantes a la guerra en la ciudad de Almería; y como no se le revocase por la cédula de su majestad, que don Francisco de Córdoba llevó, pretendía pertenecerle la jurisdicción civil y criminal, y por el consiguiente, el repartir de la presa de Inox. Por otra parte don Francisco de Córdoba, usando de las preeminencias como capitán general, quería que se hiciese todo por su orden, y pretendía ser suyo el quinto y el diezmo de la presa. 

	Andando pues en estas competencias, don Francisco de Córdoba, que no quería que se dijese dél cosa que oliese a cudicia, dejó a don García de Villarroel que hiciese el repartimiento, y aun se lo requirió por escrito; el cual, cuando hubo sacado el quinto y el diezmo aparte, proveyó un auto, al parecer justificado, en que declaró que por cuanto los soldados de la costa del reino de Granada de tiempo inmemorial tenían merced de los quintos de las cabalgadas, y los capitanes generales no estaban en costumbre de llevar los diezmos, se depositase lo uno y lo otro en poder del depositario general de aquella ciudad hasta que su majestad mandase lo que se había de hacer dello en la presente ocasión. Desto se enojó don Francisco de Córdoba, y haciendo poco caso de aquel auto, mandó al capitán Bernardino de Quesada que con los soldados de su compañía fuese a la casa donde estaban recogidas las esclavas y las llevase a las atarazanas; y llevándolas, no con pequeño escándalo, las repartió él por su persona, sacando primero el quinto y el diezmo. 

	De aquí pudiera suceder grande mal, por estar la gente toda repartida en dos voluntades y haber algunos que quisieran que don García de Villarroel se pusiera en defenderlo; mas al fin miró por su cabeza, temiendo la indignación de su majestad. 

	En este tiempo los del consejo de guerra, pareciéndoles que no convenía que para un mesmo efeto hubiese dos cabezas en la ciudad de Almería, despacharon cédula, mandando a don García de Villarroel que obedeciese a don Francisco de Córdoba en todas las cosas tocantes a la guerra, y su majestad le hizo merced del quinto de las esclavas, que estaba depositado, y de la que se captivasen; mas venida la ley, luego salió la duda, porque don Cristóbal de Benavides, hermano de don García de Villarroel, que tenía en Almería trecientos soldados que había llevado a su costa, pretendiendo que no se había de entender con él ni con su gente aquella cédula, no acudía a las órdenes de don Francisco de Córdoba, y si alguna cabalgada hacía, no se la ponía en las manos ni le daba parte della, de donde vinieron a tener descontentos y a darse poco gusto. 

	Por otra parte el marqués de los Vélez, que no holgaba de ver a don Francisco de Córdoba en el partido que le había sido cometido, no dejaba de dar calor a los dos hermanos, y lo mesmo el marqués de Mondéjar, como dueño del negocio, mayormente cuando entendió, por unas informaciones que don García de Villarroel le envió, como en los bandos que se echaban en Almería don Francisco de Córdoba se hacía llamar capitán general. 

	Menudeando pues quejas por vía de agravio de todas partes, vino a estar don Francisco de Córdoba tan mohíno, que así por esto como por su indisposición, suplicó a su majestad le diese licencia para irse a su casa, y se la dio por carta de 28 de febrero, en que decía: «Vista la instancia con que nos pedís licencia para iros a vuestra casa, hemos tenido por bien de dárosla; y así, podréis ir a ella cuando os pareciere; que al marqués de los Vélez hemos escrito que envíe a esa ciudad la gente que le pareciere que será menester». 

	Y por otra de la mesma data envió a mandar al cabildo de la ciudad y al alcaide de la fortaleza y a don García de Villarroel que obedeciesen las órdenes del marqués de los Vélez. Recebidas estas cartas en 6 días del mes de marzo, don Francisco de Córdoba se fue luego de Almería, y el marqués de los Vélez envió comisión a don García de Villarroel para todos los negocios de guerra civiles y criminales; y quedando solo en Almería, lo primero que hizo fue ahorcar a Francisco López, alguacil de Tavernas, que estaba todavía preso; mandó subir dos piezas de artillería y algunas municiones a la fortaleza, de las que habían traído de Cartagena las galeras; dio orden en algunos reparos necesarios en los muros y hizo una plaza de armas en la Almedina. 

	Y saliendo don Cristóbal de Benavides algunas veces a hacer entradas por aquellas sierras, se trajeron muchas y muy buenas presas de esclavas, ganados y otros bastimentos a la ciudad, y se mataron muchos moros; aunque no fueron pequeñas las desórdenes que los soldados desmandados hicieron en los lugares reducidos.
Cuadro de texto: Volver atrás
Cuadro de texto: Copyright @ 2008 huebro.es                 webmaster@huebro.es

Ataifor vidriado

( Museo de Lorca)

Tinaja Almohade

( Museo de Lorca)

La cocina tradicional nijareña es variada, rica y bastante elaborada dada la escasez de materias primas, que era compensada por una abundancia de especias y plantas aromáticas para hacerla sabrosa al paladar.